No cualquiera puede ser un gran artista

Las visitas con las tías ya están muy subestimadas estos días. No todas ellas son molestas, te preguntan por tu novio inexistente con cada vez menos esperanza o hacen comentarios respecto a tu peso. Hay algunas que todavía te quieren escuchar y, me da gusto decirlo, yo tengo unas que entran en esta categoría.

Hace poco fui a su casa y entre su comida deliciosa y entre chisme y chisme, me preguntaban acerca de lo último que estaba haciendo con mi vida. Lo primero que se me vino a la mente fue comentarles que este cuatrimestre estoy tomando la materia de artes escénicas y en la clase pasada vimos las diversas técnicas de actuación. La única que alcancé a explicarles a grandes rasgos fue la de Lee Strasberg, discípulo de Stanislavski, que básicamente consiste en amplificar la conexión con el texto al crear las experiencias emocionales del personaje en la propia vida del actor.

Una de las principales críticas hacia esta técnica es que a veces existe tal inmersión en el personaje, que los actores tardan meses en poder «quitárselo», sin contar con que algunos no lo logran. En ese momento una de mis tías respingó y dijo: « yo una vez leí un artículo de un doctor psiquiátrico que decía que, por lo que hacen, los actores no son personas normales, así como nosotros.»

Yo no sabía qué responder ante esa intervención. ¿A qué se refería con «personas normales»?, ¿cómo sabía ella que era normal? Como guardé silencio, mi tía continuó su comentario: « yo por eso creo que no cualquiera puede ser artista, ni hacer arte.»

Ahí si supe qué contestar. En ocasiones pensamos que el arte sólo lo pueden hacer los artistas y que éstos son una élite con características especiales o hasta superpoderes que casi por «intervención divina» conocen las formas de expresión adecuadas para comunicar el gran mensaje universal del mundo. En la práctica, eso no cuadra ni tantito.

La idea del «genio creador» proviene desde la Edad Media en la que este individuo servía como intermediario entre Dios y los hombres, en ese momento se consideraba que todas las expresiones que el artista plasmaba no eran suyas sino que eran manifestaciones divinas. No es hasta el siglo XIX que el concepto de creatividad y productor artístico se vuelve más terrenal y al alcance de cualquier ser humano.

Aún así, se sigue manteniendo esta separación entre el arte y la sociedad. Las personas que asistimos a los museos, exposiciones, galerías, teatros, cines, etc. no sólo tenemos ese rol de espectadores pasivos sino que nuestra participación en la producción artística es esencial. Esta es una de las premisas que el arte contemporáneo nos propone desde ciertas perspectivas, como el arte relacional por ejemplo.

Todo eso quise decirle a mi tía pero luego me asaltó el pensamiento de que quizá resultaría muy pretencioso de mi parte y terminaría ella ignorándome amablemente. De tal suerte que lo único que le pude contestar fue que el arte es una actividad para cualquiera que se atreva a realizarla, que los artistas son profesionales de esta disciplina pero no por eso es materia reservada para ellos. Las artes despiertan habilidades y reflexiones que de otro modo permanecerían adormecidas.

Después de eso siguió un silencio, una mirada intensa y una sonrisa. No sé que estaría pensando por su mente pero al menos tengo clara una cosa: van a seguir invitándome a su casa para continuar esta estimulante conversación.

Elliott Duquesne

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